Bien conocida es mi aberración a los concursos, y es que siempre he dicho que en un concurso el factor «talento» juega un rol que puede llegar a considerase muy cercano a «nulo». Si lo comparas con toda la serie de elementos implicados en la desición final de la adjudicación de un concurso, aquello de «que gane el mejor» es muy, pero muy dudoso. Sin entrar en la recurrente discusión del desperdicio ingente de talento que representa.
¿Se imaginan que, por ejemplo, a los constructores que se presentasen a un concurso para construir cien viviendas les hicieran construir diez o quince viviendas para ver como serían éstas y, tras elegir a la empresa ganadora se mandara derribar las viviendas construidas por todas las empresas participantes, y todo gratis et amore?
Aunque quizá no te diga nada nuevo, nuestro colega Juan Lopez Asensio pone en este artículo del díario de Navarra titulado «Arquitectura de Papel» una descripción muy clara y acertada de la situación de nuestro sector, en el que lamentablemente se encuentran muchos estudios sin una alternativa clara aún.
Un interesante apunte en el que lamentablemente no se extiende mucho, es la sección de sueldos, de la que mucho nos quejamos pero como bien apunta, pero para hacer rentable una estructura tan fragil e inestable hay pocas alternativas.
Creo que precisamente allí radica un importante traspiés de la situación, que se va enrollando y mordiendo la cola haciendo de ésta, una espiral con poca salida:
Las oficinas establecidas para ser competitivas tienen que reducir gastos, pagando poco, los jóvenes profesionales se quejan de que les pagan poco y trabajan mucho. Situación que hace más atractivo el montarse por su cuenta a una edad muy temprana profesionalmente y la consecuente poca experiencia; incrementando la competencia en los propios concursos. Una competencia un tanto deslelal ya que los gastos que tienen los mismos 7 u 8 jóvenes que son quienes realmente producen los proyectos en una oficina establecida pagando sueldos y con unos gastos operativos fijos y constantes, nunca será comparable.
Menos concursos, más competidores formula que pone en bandeja la fórmula de la explotación de la situación, y de la que se aprovechan las administraciones, una situación que no se vé reflejada directamente en un aumento de la calidad arquitectónica, algo especialmente grave. Si bien, al existir mayor número de propuestas, la garantía de premiar la mejor calidad es muy pocas veces realizad, y a este respecto veo tres importantes detonantes:
I.- Jurados dispares la falta de cualificación de los jurados hace que se decante por lo general en previsibles ejemplos que poco tienen que aportar a elevar el discurso de la calidad arquitectónica de este país. Generalmente con mayoría política en caso de los proyectos mayores y los menores algunas veces sin un arquitecto que no sea político o gestor de la administración de pormedio. Los jurados plurales (es lo peor que hay) tienden hacia la media, a la arquitectura buenrollista y lo políticamente correcto, es decir a la mediocridad.
¿Para cuando un jurado unipersonal ? No crees que sería realmente interesante hacer 10 concursos con 10 jurados en el que la desición es de UNA sola persona, un cualificado arquitecto sobre el que recaiga TODA la responsabilidad? Me pregunto cuales serían los resultados, ¿peores de los que hay? seguro que no. Empresas de la vivienda me estás escuchando? Sería inclusive más barato, solo tienes que pagar la comida de uno!! ahh pero claro eso sería Nuevo, arriesgado, desconocido.
II.- Mediocridad latente. Recientemente hablaba con un amigo mio, que me contaba cómo las propuestas de un masivo y potencialmente interesante concurso (ya que el programa era realmente apetecible) se dislvía en la mediocridad de las propuestas, atribuíamos dicha falta de riesgo a una marcada «formula de éxito» para hacer viviendas para las empresas municipales de vivienda.
Parece ser que tal formula existe o almenos eso se cree, menguando con esto la castigada experimentación, que es clave para el avance del discurso arquitectónico en todas direcciones. «vamos a hacer un concurso tipo EMV» he escuchado casos en los que la misma propuesta se ha presentado en varias ocasiones a diversos concursos, pero literalmente. Y no basta sino ver los paneles ganadores o lo que es peor, darse una vuelta por las miles y miles de viviendas construidas por ahí (me refiero tanto a edificios de viviendas porque representan una de las principales fuentes de mediocridad del paisaje urbano contemporáneo español, resultado de la absurda política de expansión urbanistica de la que hemos sido victimas / partícipes)
III.- Normativas acartonadas. Mientras sigamos con una serie de normativas restrictivas cuyo resultado es evidente a todas luces que no hace sino asfixiar la creatividad. Hablo de varios tipos de normativas poco afortunadas: desde las que rigen los concursos, la participación en ellos, las que elaboran los programas, hasta las de construcción, tipologías y urbanas. El conjunto de normativas no permiten el planteamiento de situaciones que vayan más allá de lo establecido, de lo esperado. De allí nuestra realidad arquitectónica nacional, que no es la de los 3 edificios singulares que se cuelan o se dan a dedo, sino del día a día de edificios «grises» pintados de colorines (generalmente tonos mediocres de verde, de los ral más baratos porque son los que entran en presupuesto)
La situación es compleja y lo que es peor es que no tiene solución, al menos desde mi punto de vista, la solución es tan compleja y complicada que se agota en sí misma, tarde o temprano el sistema tendrá que reconfigurarse radicalmente puesto que es completamente insostenible de la manera en que está planteado.
Cada vez más involucrados se están dando cuenta de esto, bien por observación o por accidente, renovarse o morir, por otro lado desafortunadamente los que realmente tienen capacidad de hacer algo al respecto (hoy en día) aún no se han enterado (o no lo quieren hacer). El mundo, la sociedad y sobretodo la profesión en que vivimos apenas empieza a hacerlo y no parará de cambiar radicalmente, hay quienes se han dado cuenta y quienes aún no.
Fan
Arriesgado y poco complaciente posicionamiento. Bravo por lo del jurado unipersonal aunque te van a crucificar por ello.
Zuckerberg
Claro, ya sabemos que aborreces los concursos, excepto aquellos en los que tienen la ocurrencia de invitarte como jurado o te pagan banners. Esos concursos en cambio son cojunudísimos. Lo tuyo es coherencia y posicionamiento.
Ya que quieres exterderte en la custión de sueldos, ¿por qué no nos aclaras cuánto pagas por tus birriosas prácticas profesionales?. Expláyate.
Mentira Cochina
Oh, Oh!!!
No sé. Sería raro, pero este comentario huele un poco a inquina contra Edgar.
¿No te saca lo suficiente?
Tsk, tsk… esas descalificaciones. ¡Qué cutre!. Zuckie, zuckie… al final van a tener razón los Winklevoss.
Hay que follar más.
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daniel
Me ha salido un comentario un poco largo, lo he tenido que dividir en varios, perdón si ésta no es la manera de hacerlo, es mi primera vez…
Aunque comparto plenamente la opinión de Edgar sobre la cantidad de trabajo no remunerado que suponen los concursos para los arquitectos, que más que una opinión es un dato objetivo, no acabo de estar del todo de acuerdo en todo lo demás.
He hecho tres de los últimos concursos que la EMVS promovía en Vallecas, y por tanto he estado investigando un poco ese tema.
-Me sorprendió ver la cantidad de viviendas que, por supuesto desde el exterior, parecen “experimentales”, que se han hecho en los últimos años en Madrid. https://www.skyscrapercity.com/showthread.php?t=73…
Por supuesto, siempre se puede alegar que sólo es una arquitectura de maquillaje, que las tipologías son siempre las mismas y cuestiones de ese tipo. Yo no he investigado a fondo todos las obras, pero sí varias en algunas publicaciones que la EMVS tiene, y se pueden ver varias donde innovan en tipología, materiales o sistema estructural. Otra cosa es que el usuario esté contento, pero creo que ese es otro tema del que creo que no se está hablando aquí.
-El segundo de los concursos al que me presenté lo ganó una propuesta que a mí me parece bastante peculiar y experimental, demasiado a mi gusto. https://www.emvs.es/concursos/Paginas/Contrat.aspx
página 6, parcela 9.2, ver documentos, panel ganador…
daniel
El tema de los jurados siempre será delicado, pero entiendo que en la situación en la que nos encontramos parece un poco naive decir que hay muchos políticos, o que no es unipersonal (por supuesto un arquitecto). Si seguimos pensando así, es que todavía no somos capaces de reconocer el medio en el que nos movemos, la realidad que nos ha tocado vivir. Las reglas del juego son las que hay, aceptémoslo y obremos en consecuencia.
El tema de lo experimentado, arriesgado y desconocido me parece un poco arriesgado si hablamos de viviendas que en un futuro personas comprarán dejándose sus sueldos en ella. No creo que estas personas quieran algo así. Tal vez habría que pensar en arriesgar en otros usos o en otro tipo de concursos.
Con respecto al penúltimo párrafo, no acabo de entender muy bien a qué se refiere. Si siguen presentándose tantos arquitectos a los concursos, desde el punto de vista de quien los convoca parece una fórmula bastante acertada, por lo que no creo que se agote muy pronto. Para que eso ocurriera, los arquitectos deberían dejar de presentarse y buscar otras vías para conseguir encargos, lo cual, dado el alto número de arquitectos que somos, y la coyuntura económica que nos ha tocado, parece complicado.
Dicho todo esto, creo que deberíamos abandonar estas conversaciones, que no arrojan nada nuevo a mi entender, porque todo el mundo que lleva unos años en esta profesión sabe cómo está la realidad. Cada vez que alguien se presente a un concurso debe saber y ser consciente de que va a tirar el dinero y de que no va a ganar, que se va a indignar con la solución ganadora y con el jurado. Si partimos de esa base y aún así queremos hacer el concurso, será porque disfrutamos proyectando, porque al fin y al cabo es un proyecto más en tu currículum, porque sigues estando al día de lo que se hace en arquitectura, porque quieres investigar en algún tema que tarde o temprano puede que lo reutilices en otro proyecto, porque vas a poder quedar una tarde con tus amigos para enseñaros las propuestas y hablar de arquitectura o por otras razones más. Si puedes permitirte eso, guay. Si no, no lo hagas. Pero abandona esa actitud de queja.
El tema de los jurados siempre será delicado, pero entiendo que en la situación en la que nos encontramos parece un poco naif decir que hay muchos políticos, o que no es unipersonal (por supuesto un arquitecto). Si seguimos pensando así, es que todavía no somos capaces de reconocer el medio en el que nos movemos, la realidad que nos ha tocado vivir. Las reglas del juego son las que hay, aceptémoslo y obremos en consecuencia.
El tema de lo experimentado, arriesgado y desconocido me parece un poco arriesgado si hablamos de viviendas que en un futuro personas comprarán dejándose sus sueldos en ella. No creo que estas personas quieran algo así. Tal vez habría que pensar en arriesgar en otros usos o en otro tipo de concursos.
Con respecto al penúltimo párrafo, no acabo de entender muy bien a qué se refiere. Si siguen presentándose tantos arquitectos a los concursos, desde el punto de vista de quien los convoca parece una fórmula bastante acertada, por lo que no creo que se agote muy pronto. Para que eso ocurriera, los arquitectos deberían dejar de presentarse y buscar otras vías para conseguir encargos, lo cual, dado el alto número de arquitectos que somos, y la coyuntura económica que nos ha tocado, parece complicado.
Dicho todo esto, creo que deberíamos abandonar estas conversaciones, que no arrojan nada nuevo a mi entender, porque todo el mundo que lleva unos años en esta profesión sabe cómo está la realidad. Cada vez que alguien se presente a un concurso debe saber y ser consciente de que va a tirar el dinero y de que no va a ganar, que se va a indignar con la solución ganadora y con el jurado. Si partimos de esa base y aún así queremos hacer el concurso, será porque disfrutamos proyectando, porque al fin y al cabo es un proyecto más en tu currículum, porque sigues estando al día de lo que se hace en arquitectura, porque quieres investigar en algún tema que tarde o temprano puede que lo reutilices en otro proyecto, porque vas a poder quedar una tarde con tus amigos para enseñaros las propuestas y hablar de arquitectura o por otras razones más. Si puedes permitirte eso, guay. Si no, no lo hagas. Pero abandona esa actitud de queja.
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