Serpentine Pavilion: perfecta intersección

Otro verano más y la Serpentine Gallery bendice el verano con su pabellón anual, engendrado esta vez en los Alpes suizos de manos del ermitaño Zumthor. Lo que depara la nueva pieza -primera del suizo en suelo inglés-, es una (otra) reivindicación del «modus vivendi de la contemplación», tan insistentemente promovido en su discurso. Parece que a Zumthor le va como anillo al dedo el emplazamiento con tanto árbol y naturaleza por doquier: no sólo lo acoje, sino que lo multiplica, lo acota, lo controla; intuyéndose la necesidad de insertar un nuevo jardín dentro del ya bastante crecidito y conocido Hyde Park para satisfacer su deseo de llevar al acto lo que viene siendo potencial en la mayoría de sus proyectos (por varias razones por las que no le culpamos). De ahí el bautizo del pabellón como hortus conclusus, nombre que implícitamente conllevó la tarea definitoria -y definitiva- de levantar cuatro muros para poder empezar el mundo de Heidi y Pedro desde ahí. Un movimiento un tanto paradójico tratándose de un «garden within a garden», como si la escenografía interna de verdes, flores y bichitos entrara en un irreparable choque visual (casi vital) con su exterior: otro verde con florecitas -quizás un poco menos estudiadas- y bichitos -esta vez, salvajes-. Sin embargo, la cuestión incuestionable era ofrecer a los desbordados ingleses un espacio de sosiego y reposo mental, y Zumthor, arquitecto de la serenidad y de la consonancia con la naturaleza, consigue claramente superar esa demanda de armonía con este pequeño palacete a la flora.

Superadas las observaciones formalistas y moralistas que inevitablemente acompañan los tiros al blanco de cualquier nueva incorporación al catálogo arquitectónico contemporáneo, es indispensable entrar en otro debate (más profundo y más discreto), que sólo nos ofrece (a sabiendas mías) la Serpentine, religiosamente, cada año: supone el caso de solapamiento deliberadamente más literal entre arte y arquitectura.

Entendemos la Serpentine como una galería de arte, sí, como un «white cube» que absorbe cosas y las expone para el beneficio ajeno. Pero cuando la Serpentine hace levantar un pabellón, hace algo que los discursos inter(minables)disciplinares de moda aun no han conseguido materializar. Hace espacio, y de éste, arquitectura, la cual es «forma» propulsada desde el arte y plataforma para el arte, un híbrido que pide ser al mismo tiempo pieza per se y poseedor de piezas, es decir: que se expone y expone al mismo tiempo. Un movimiento cíclico donde el huevo y la gallina se convierten en la misma cosa, y surge el bucle infinito en el que arte y arquitectura diluyen sus márgenes, parando la vorágine solamente cuando lo despiezan en octubre de cada año.

El pabellón de Zumthor estará disfrutando del clima inglés des del 1 de Julio hasta el 16 de Octubre de este año. Enjoy!

 

(Imágenes cortesía de RibaBlog, thanks!)

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