Aprendiendo de Eurovegas.

Spencer Platt, World Press Photo 2006. La foto muestra a unos jóvenes libaneses ricos paseando en un descapotable por un barrio arrasado en el sur de Beirut.

Arquitectura, turismo y ciudad van de la mano, no lo podemos negar. Yo soy el primero que quiere ver cosas referentes a nuestra profesión cuando voy en calidad de turista a una ciudad desconocida. Descubrir las calles, los monumentos, incluso perderme dentro de la ciudad, sin saber lo que me depara la ciudad. Todos de alguna forma hemos jugado el papel del turista, tirando fotos como si fuera una cacería y la ciudad nuestra presa, pero tal vez lo estamos haciendo mal. Tal vez las ciudades que visitamos no están pensadas ni preparadas urbanísticamente para la afluencia de turistas, ni la forma de vida que llevan. Ya que el turista no es como el ciudadano residente, este tipo de ciudadano es más una visita, tiene un rango de tiempo limitado, por lo que las prisas y el desplazamiento entre un sitio y otro son el pan de cada día de nuestros visitantes express. Quizás es, que lo desconocido nos llama la atención y el querer descubrirlo nos ciega y no pensamos en el daño que hace un turista en la ciudad. Porque es cierto que deja dinero y enriquece ciertos comercios siendo una cierta ayuda económica para la ciudad… ¿Pero de verdad vale la pena que se lleven a veces una imagen errónea de la ciudad? ¿Ese vestido de lunares rojos, la imagen de los toreros, o incluso a veces, muy erróneamente los sombreros mexicanos? Que muchas veces venden como si fuera parte de la cultura local, cuando en realidad no tiene nada que ver, y lo único que quieren es darle al turista, lo que el turista busca en esa imagen que se ha hecho de dicha ciudad o país.

Desde hace un tiempo que han aparecido noticias relacionadas con varias ciudades prostituyendo su suelo por casinos o a favor de un mal turismo, llegando a ser un contaminante más para las ciudades. El ya famoso caso de Euro-Vegas, que traía de cabeza a los diregentes del gobierno tanto de Madrid como de España, buscando ser la nueva ciudad del pecado.

En la Enciclomierda, Glosario de la vida moderna, consumista y buenrollista se contempla la palabra Turismo y la definen así:

(Turismo).- Tiempo que tardamos en ir y venir al aeropuerto. Suele ser igual al tiempo que dedicamos en los aeropuertos a comprar los souvenirs de las ciudades que visitamos rápidamente para ir a la siguiente. Generalmente en estos regalos se invierte más que en el billete de vuelo.

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Pero no solo pasa en Madrid, parece que Barcelona se quiere llevar las palmas en esta carrera por ser la nueva ciudad temática. Aunque algún periódico destacara que lo mejor valorado por los turistas es la arquitectura de Barcelona. Desde mi punto de vista me parecío como un tranquilizante a la sociedad tras el documental de Bye Bye Barcelona, donde los habitantes de la ciudad condal critican la mala gestión del gobierno de Barcelona donde miran a favor de la pela, en vez de organizar una de las ciudades más turísticas del mundo en busca un turismo más sostenible y no convertir la ciudad en un parque temático.

Barcelona es una ciudad rica en patrimonio, como bien han descubierto el estudio 300.000km/s, con su mapa interactivo Big Time BCN, recogiendo durante 6 meses más de 3000 inmuebles en toda la ciudad y poniendo el catastro patas arriba.

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Porque de esto podríamos sacar más temas como gentrificación y como la búsqueda de barrios de marca dentro de las grandes capitales solo generan problemas por querer maquillar de cierta forma o esconder debajo de una alfombra de actuaciones pop o comercios hipsters. Lo olvidado que tenían a ciertos sectores de la sociedad.

El colectivo Left Hand Rotation lo define muy acertadamente como “Un proceso de transformación urbana en el que la población original de un sector o barrio deteriorado y con pauperismo es progresivamente desplazada por otra de un mayor nivel adquisitivo, como consecuencia de programas de recalificación de espacios urbanos estratégicos”

Pero estos frutos de la mala gestión tienen sus repercusiones no tan lejos de Barcelona, ya que a pocos kilómetros se encuentra Tarragona, donde esta misma semana se aprobaba la ley que permitirá construir Barcelona World. Porque ya contaban con Salou la cual es una ciudad de turismo de borrachera, ahora querían ampliar su territorio turístico hasta el nivel de tener que cambiar el nombre a la zona a algo con más punch. En cuanto a datos numéricos se contempla una rebaja fiscal del 55 al 10 %, para los casinos y altera los límites urbanísticos para poder edificar el complejo. Lo que viene siendo una carta blanca para estas empresas que ahora tienen vía libre para gestionar como se les antoje este nuevo recinto turístico.

Al final nos decantaremos en convertir las ciudades en parques de atracciones, donde la propia arquitectura sirva como juguete de feria para los turistas que queremos que nos dejen su dinero, a cambio de una experiencia que no será única, ya que la formula se repite por todo el mundo.

Como el caso de la Torre Hancock en Chicago, con su mirador móvil.

Torre Hancock. Chicago.

¿De verdad era necesario?

¿También era necesario construir una ciudad clon de Paris en China?

El turismo no es malo si se sabe gestionar, no podemos cerrar las ciudades hacia el turismo, como tampoco abrirla del todo hacia el mismo. Todos los extremos son malos, pero no estaría mal que cuando diseñemos los nuevos planes para las ciudades tengamos en cuenta el factor del turismo y que en la gentrificación no está la respuesta, se debería esforzar en la búsqueda de un termino medio para una ciudad capaz de ser visitada como de ser vivida sin problemas.

Para concluir de cierta forma esta entrada os dejo esta frase vista en blog de El Pais, sobre el nuevo mapa de la pobreza en España.

Una Extremadura de pobres y una Cataluña de ricos. El turismo es el Rey Midas que todo lo salva.