Arquitectura encuentra la ciudad

INTRODUCCIÓN A LAS 12 ECOLOGÍAS DE LA ENVOLVENTE
Mientras la fachada es uno de los elementos arquitectónicos sobre los que más se ha teorizado, la idea de la fachada viene siendo cuestionada desde finales del siglo XIX. Así como la liberación de la fachada del desempeño estructural o climático -facilitado por las actuales tecnologías constructivas- han detonado su devaluación progresiva. La comprensión tradicional de la fachada es impulsada por su rostridad y se centra principalmente en operaciones semióticas y composicionales (leyes de proporción y códigos lingüísticos) desplegados generalmente en la superficie de la envolvente. El desarrollo exponencial de las tecnologías de construcción a lo largo del siglo XX, emparejadas a la mayor escala de las construcciones modernas, ha desechado la aproximación ornamental y composicional a la fachada en favor del material y los aspectos cuantitativos y constructivos de la superficie envolvente. Mas que una comprensión superficial de la fachada, se requiere un análisis como micro-sección(micro-corte), para trascender las formas tradicionalistas de leer esta historia.

La hipótesis es entonces, que la fachada sigue siendo un elemento crucial de la arquitectura (en efecto, quizás el elemento más crucial), pero que su desempeño ocurre a través de realizaciones literales y materiales en lugar de mediante la dialéctica superficial, la representación ornamental y su obliteración. Dado el estado actual de la ciencia arquitectónica, la estética, y el desempeño efectivo de la fachada, deben, argumentativamente, reintegrarse sus asociaciones económicas, tecnológicas, culturales y ecologías políticas de forma de reconstruir una disciplina contemporánea adecuada de la fachada, o, mejor dicho, la envolvente del edificio.
La encarnación material de procesos económicos, sociales, y culturales más que de representaciones superficiales se han vuelto aspectos cruciales de la fachada como elemento arquitectónico. Esto implica la reconstrucción de este elemento, no como una historia de los inventos, sino como un estudio antropológico de procesos, ecologías, y ensamblajes tectónicos que han evolucionado paralelamente al desarrollo tecnológico y técnico de este elemento del edificio. Estos procesos son impulsados principalmente por la difusión y aplicación de ecologías dinámicas, de materiales y tecnologías. Materiales como el vidrio, sistemas como el muro cortina, y lógicas de montaje tipo rainscreens, no son representaciones de conceptos políticos o culturales, pero son por sí mismos, formas de realización de ecologías culturales o políticas mayores.
Cada aspecto material de la fachada contemporánea se vincula directamente a las complejas ecologías de las estructuras económicas, políticas y sociales a las que pertenece. La reconversión de la industria militar después de la Segunda Guerra Mundial, tanto en Estados Unidos como en Alemania, en muchos casos, hacia la industria de construcción, la tendencia hacia el uso de fachadas opacas y aisladas luego de la crisis del petróleo de 1973, o el uso generalizado de revestimientos de titanio sellado tras el colapso del Bloque Soviético en 1991, son todos ejemplos de las conexiones evidentes entre la tecnología y los materiales de la fachada y su diversidad socio-política o ecologías culturales.

 

FAÇADE ASSEMBLAGE
El concepto de Façade Assemblage, describe la incorporación de una variedad de materiales para formar un ensamblaje singular. El montaje de fachadas tipo muro cortina, doble fachadas, o fachadas vegetales abordan equilibrar comprehensivamente el medioambiente. Involucrando múltiples elementos en sus procesos de producción y modos de utilización. Un façade assemblage presenta un momento de equilibrio temporal entre las condiciones ambientales de un edificio particular (y por ambientales entendemos un complejo set de condiciones técnicas, climáticas, sociales, económicas, políticas afectando a un edificio).
El façade assemblage compone una complejidad de agentes y fuerzas que determinan una fachada. Por ejemplo, podemos hablar del grado de adaptación ambiental del montaje de una fachada de cara a entender su desempeño y como el cambio en las condiciones ambientales pueden afectar el total del diseño y nuestra percepción estética de este.
En la articulación de las variables ambientales, el façade assemblage debe adoptar una forma estándar, capaz de ser desplegada en un amplio rango de proyectos, o modos específicos, diseñados para situaciones particulares. El rango de posibilidades entre genérico y especifico, barato y caro, local y global, establece tipos de desempeño y estándares posibles, que el montaje de una fachada debe utilizar en respuesta a diferentes condiciones ambientales. Sin embargo, un grado alto de adaptación ambiental del montaje no equivale a un buen diseño. Una adaptación ambiental perfecta es también un índice de la casi total sumisión a las condiciones ambientales predominantes epifenoménicas. Esta capitulación, voluntaria o no, puede en efecto, ser la causa de la extinción del assemblage, al igual que, la ignorancia de las complejidades de las fuerzas ambientales en juego, es a menudo una razón para el fracaso de una solución.
Tal y como las especies naturales, los façade assemblage se someten a procesos de desarrollo, proliferación, y -a veces- extinción. A diferencia de los detalles, los assemblage, nunca son singularidades arquitectónicas; por el contrario movilizan un tejido cambiante de fuerzas elementales e impersonales asociadas con materiales arquitectónicos y sus añadidos. Por ejemplo, el éxito enorme del que disfrutaron las doble fachadas en Alemania en los años 1990s, se debió a la ecología política que combinaba: el protagonismo del movimiento verde, el hecho de que las leyes de empleo obligaron a ventanas practicables y la luz solar directa obligatorias en los espacios de trabajo, con una economía extraordinariamente prospera. Una economía más débil, las presiones respecto a la eficiencia del espacio, y la disponibilidad de tecnologías alternativas asequibles y superiores reducen considerablemente el apetito por este tipo de tecnologías de doble fachada.
Claramente, no existe nunca una representación singular, dominante unida a cualquier façade assemblage; estas representaciones son de series, narraciones, y sub-relatos que abarcan múltiples ecologías, algunos de los cuales son intrínsecos a la arquitectura, mientras que otros son externos. Los façade assemblages talescomo prefabricados, fachadas de hormigón, envolventes selladas o fachadas mediales no aparecen repentinamente, y evolucionan en un continuo histórico suave, siguiendo algún camino inexorable hacia la perfección; Sino que pueden permanecer latentes durante décadas, migrar de una industria paralela, o mutar en respuesta a las nuevas presiones ambientales o simples accidentes y errores fatales.
La historia arquitectónica nos presenta secuencias de edificios canónicos y arquitectos heroicos, una narración marcada por los casos de convergencia, cuando todo llega en un momento un estado de aparente equilibrio, nuestro enfoque aquí disuelve estos momentos en una evolución dinámica de assemblages, donde podríamos seguir su ascenso y caída. La mayoría de las figuras heroicas de la arquitectura moderna palidecen en la estela de los montajistas como Albert Kahn o Pietro Belluschi. La oficina de arquitectura avant garde como tal, una vez en las manos de unos nuevos héroes (que beben de la fuente de inspiración) se desintegra en una miríada de lo que podríamos llamar «jugadores sub-alternos», en este caso aparentemente no-humanos actuando, con nombres como Corning Glass, HH Robertson, Tyvek … ¿Qué habría sido de Mies van der Rohe y sin el glass float de Pilkinton? Y ¿Cual hubiese sido del destino de Frank O Gehry sin el colapso final del telón de acero y de la Unión Soviética, además de la emergencia aparentemente inocente o sin relación de las membranas impermeabilizantes avanzadas de Dupont? ¿Cómo convergen tales cosas?
LA SEMIÓTICA MOVEDIZAS DE LOS FAÇADE ASSEMBLAGE
La fachada ha sido entendida (o mal entendida por reducción) a lo largo de la historia como un rostro que expresa el estatus de los humanos en relación con su entorno natural o cultural. Se ha dirigido como un tipo de organismo, pero solo en el sentido más superficial. Lo cual resultaba en una serie de prácticas empañadas por recurrir a interpretaciones simbólicas de la fachada como un sucedáneo del campo pictórico. Con el crecimiento de la interconexión de la arquitectura con una compleja gama de vectores que la afectan desde lo social, geopolítico, y económico, el concepto de fachada como una simple superficie de representación aparece como un método inadecuado para determinar su agenda contemporánea. Para recuperar el discurso de la fachada e impulsarlo hace adelante, debemos primero reconocer la fachada como una entidad material sujeta a complejas fuerzas ambientales.
Los edificios nunca son experimentados en el vacío. La experiencia también es contingente a las ecologías culturales de un conjunto de material. Nuestra percepción de una fachada se ve afectada por los regímenes políticos, económicos, culturales y políticos que informan su realidad. La inestabilidad y dinamismo de estas experiencias se desarrolla principalmente en o entre los edificios, ensamblajes materiales, donde la política y la economía están directamente vinculadas y se expresan. El súper- icónico Museo Guggenheim de Gehry en Bilbao, España, nunca hubiese podido realizarse si ciertos factores políticos y económicos desarrollados en los territorios Vascos en la década de los 90 no hubiesen requerido que el proyecto presentara una imagen radicalmente experimental, ajena a cualquier forma de identidad local. Aunque esto sea también atribuible al colapso del bloque soviético, que hizo la tecnología aeroespacial asequible a los arquitectos, mas la reducción radical del precio del titanio. Mientras esta serie de condiciones políticas se encuentran insertas en la composición del edificio, y probablemente asociadas con él para una cierta generación de arquitectos, no se oponen a la reinterpretación del edificio por una generación diferente de «usuarios»; por ejemplo, los nacidos en el mundo de la posguerra, y la política de la era de post ETA o a la que son impulsados por el día de hoy los medios sociales, la economía internacional, el híper-consumo masivo, además de la amenaza concomitante de las crisis financieras globales. En esta sub-narrativa de las crisis itinerantes, un conjunto de cuestiones desplaza o sustituye a otro.
Los edificios y su entorno están cambiando permanentemente, y también se ven limitados por un conjunto de posibilidades, tanto en el pasado como en el futuro. Los façade assemblages establecen y alimentan estas restricciones, sin perjuicio de la evolución futura. Producen un «espacio de diseño», una colección de cualidades intrínsecas de los componentes materiales (tales como fuerza tensional, conductividad térmica o flexibilidad), como también de factores ambientales (como cadenas de suministro y demanda, los mercados, las economías políticas, tendencias estéticas, o marcos reguladores), que delimitan las posibles iteraciones de un conjunto de materiales.
Estos factores ambientales no modifican el propio diseño de los conjuntos de material a través del desarrollo tecnológico, sino también sus actuaciones semióticas y la forma en que las experimentamos. Materiales y conjuntos de materiales se apegan a múltiples narrativas arquitectónicas y sistemas de representación a través del tiempo. Por ejemplo, en el siglo 19 las ventanas de acero fueron apreciadas por su resistencia, esbeltez y, en contraste con las ventanas de madera, la resistencia al deterioro. Fueron inmediatamente asociadas a la estética modernista y a la obsolescencia de la fachada sólida tradicional. Mientras que originalmente fue utilizada por razones puramente funcionales, el material quedó imbuido de un «mérito» ideológico. Las ventanas de acero entraron en una evolución técnica rápida, lo que las hizo aún más deseables para la causa moderna. Sin embargo, el rendimiento técnico de un façade assemblage no es suficiente para garantizar su persistencia como especie. El alto consumo de acero durante la Segunda Guerra Mundial llevó a la industria de regreso a las ventanas de madera, al centrarse los fabricantes de acero se en la producción militar. En tiempo de guerra, Italia, seriamente afectada por el embargo de la Liga de las Naciones a los envíos de carbón a las potencias del eje, el uso de ventanas de acero llegó a ser visto como una forma de traición. Tanto la significación y la experiencia de un façade assemblage pueden verse afectadas de manera espectacular por el entorno sociopolítico tanto como por la ventaja sobre la materia prima.
Mientras que la cultura arquitectónica mantiene a menudo construcciones simbólicas obsoletas incrustadas en ambas formas materiales y canónicas (el régimen del prestigio tanto como el de la funcionalidad), la significación hoy es crecientemente determinada por el rendimiento (por ejemplo, la capacidad de aislamiento), la producción (por ejemplo, cuánto energía incorporada contiene un material) y en relación con otros materiales y economías (por ejemplo, si los materiales aparecen como sólidos y / o caros). Aunque sin duda es posible hablar de la evolución de los materiales, en algunos casos, como en los avances del panel de vidrio a float glass, o el desarrollo de variedades de alta resistencia del hormigón y del acero, una genealogía de material assemblages per se es un modo más eficaz que la narrativa arquitectónica normativa para producir una cultura material como un proceso dinámico afectado por el incesante cambio ambiental. Los material assemblage evolucionan a veces a través de su combinación con otros materiales, que pueden afectar de manera decisiva su desempeño y comportamiento. Los façade assemblage tienen diversos «modos de existencia» y experimentan un constante proceso de devenir o elaboración; que no son aislados a partir del flujo de la historia, y que son capaces de operar con un alto grado de ambigüedad semiótica, ajustados con el tiempo a los cambios ambientales. El paso de una teoría de los materiales a una teoría de los material assemblage es sin duda, fundamental para producir una nueva «ontología» de fachadas
La reivindicaciones morales han sido comunes en la historia arquitectónica, sobre todo en el modernismo; Louis Kahn honró la honestidad del ladrillo y la expresión auténtica del arco; Le Corbusier habló sobre la sinceridad de Béton brut; y Mies van der Rohe, elogió la transparencia de la arquitectura de cristal. Sin embargo, la complejidad del mundo contemporáneo preludia cualquier suposición en nombre de la autenticidad singular o propiedad de cualquier material o materiales privilegiados; las ecologías materiales que operan hoy en día se han vuelto tan complejas que es difícil, si no imposible emitir un juicio sobre su idoneidad moral, cultural o técnica. Los materiales ya no pueden vincularse fácilmente a «valores» o restricciones que miden la forma en que se deben utilizar, pero están, en cambio impulsados ​​por la invención y la experimentación en relación con la forma en que pueden ser utilizados. Recientes aplicaciones del ladrillo, como las de Gramazio y Kohler, o del concreto en Herzog y de Meuron, introducen propiedades completamente nuevas a materiales convencionales. La capacidad para simular efectos, materiales y calidades permite valores asociados con materiales que se perpetúan, incluso si la llamada autenticidad está ausente. Ni el ladrillo en el San Francisco Museum of Modern Art de Mario Botta, ni la piedra en la Neue Staatsgalerie de Sttutgart de James Stirling son de carga; en ambos casos, se trata de chapas finas aplicadas a paneles de hormigón prefabricado y colgadas con pinzas de acero. Sin embargo, la mayoría de la gente asume que estos edificios son «ladrillo» y «Piedra» y asocia a ellos cualidades de solidez y permanencia.
Los materiales están constantemente en movimiento; no sólo se expanden, contraen, erosionan y decaen, sino que se ven afectados por los cambios en su entorno, además de por su compromiso con los valores relativos a otros materiales y sus respectivas ecologías cambiantes. Mientras la arquitectura sigue siendo un campo en el que múltiples fuerzas cristalizan en formaciones materiales, los edificios seguirán siendo un ámbito de decisiones, conflictos y negociaciones sobre la selección de materiales, su aplicación, formalización, e incluso sustitución. En el mundo de los material assemblages, no hay materiales atemporales inertes, como los ladrillos conscientes de sí mismos de Louis Kahn o el cristal trascendental de Mies van der Rohe. Todo cambia de lugar, sin cesar, desde la ideación a nuevos pragmatismos, vuelta a la ideación y así sucesivamente …
La cuestión ya no es acerca de la autenticidad de los materiales, sino de las circunstancias que rodean la concesión de ciertas cualidades y efectos, en relación con las restricciones técnicas y ecologías culturales. ¿Qué valores culturales y políticos defiende o no la elección de materiales, tanto en el momento en que se hacen, como también cuando sus productos están sujetos a cambio de valores? La oficina de arquitectura ya no puede mantenerse dentro de la esfera privilegiada y estrecha del arquitecto-autor. Las decisiones arquitectónicas comprenden un campo de agentes cada vez mayor, con distintos intereses que cambian con el tiempo. Esta circunscripción ampliada incluye también agentes no humanos, tales como los propios materiales. La oficina de arquitectura recae cada vez más en la importancia relativa, a la vez que actúa como conductor de los cambios políticos, económicos y sociales: el papel que empresas como Dow Chemical, Du Pont, o Rockwool juegan en la construcción del entorno construido de hoy es enorme y sin precedentes en la historia de la arquitectura. Su compromiso con la forma históricamente construida de la disciplina es problemática y necesita resolverse.
LA EVOLUCION DE LOS FAÇADE ASSEMBLAGES
Las tecnologías tipo façade assemblage a menudo evolucionan o migran de industrias paralelas. Sus alianzas materiales cambiantes dentro de los assemblages pueden ser estudiados en cuanto a su adaptación al entorno específico. Un façade assemblage puede existir durante mucho tiempo en un estado latente, antes de que encuentre un ambiente apropiado para florecer. Por ejemplo, el Sistema de Acabado aislamiento exterior (EIFS) fue desarrollado en la década de 1950 durante la Post-Segunda Guerra Mundial en Alemania como un sistema eficaz y económico para la reconstrucción y rehabilitación de edificios durante una época de escasez de energía. Sin embargo, EIFS tendría que esperar hasta principios de 1970, y emigrar a los Estados Unidos para encontrar su ambiente ideal; es decir, los grandes desarrollos residenciales suburbanos en Estados Unidos que se convirtieron en el nicho perfecto para esta tecnología que fue capaz de proporcionar una apariencia artesanal bien acabada a un costo relativamente bajo.
La adaptación al medio ambiente es fundamental para estos procesos. La invención de un material en particular -a menudo transferido desde otra práctica- es sólo un paso en el proceso de su creación. Su traslado a façade assemblage es un paso más en la evolución de las ecologías artificiales. Las tecnologías de aluminio extruido, se desarrollaron en la industria aeroespacial militar antes de migrar a la industria de la construcción en la posguerra y convertirse en la tecnología predominante en la construcción de gran altura de ensamblajes cortina. Pero había también una combinación de diferentes factores ambientales que inclinaron la renaciente industria de la construcción hacia aluminio extruido: por ejemplo, su resistencia a la corrosión y su competitividad de precios. Sin diferencia de la emergencia y la batalla por la supervivencia dada en especies de plantas y animales, a lo largo de los eones, se necesita una combinación similar de factores complejos para cualquier especie de arquitectura para prevalecer. La diferencia en las escalas de tiempo apenas importa.
Intentar comprender los material assemblages de esta manera requiere buscar más allá de sus propiedades innatas hacia el contexto de un entorno cambiante de forma permanente o mutación de varios y diversos factores. Sus propiedades innatas son obviamente importantes: el amianto, por ejemplo, fue durante décadas un material semi-mítico, por aislante y resistente, o aparentemente inexpugnable. Su impacto material completo, específicamente su incompatibilidad con los sistemas respiratorios de los seres humanos fue suprimida -o largamente ignorada y se convirtió, posteriormente, en un ejemplo excepcional de la implosión catastrófica de una sola especie materiales.
Sin embargo, las propiedades innatas del material no se tienen en cuenta para una material assemblage exclusivamente como vicisitudes: un rendimiento tecnológico, ambiental o económico impecable no garantiza su supervivencia como especie. La evolución divergente de los productos de vidrio es un buen ejemplo de esto. Ambos son sistemas de fachada perfectamente viables probados a través de un uso extendido, pero con resultados estéticos divergentes. El uso intensivo de bloques de vidrio en los desarrollos residenciales en la década de 1980 los hizo tan omnipresente que su atractivo utilitario fue desapareciendo rápidamente, principalmente en comparación a las aplicaciones contemporáneas simultáneas y múltiples más importantes permitidas por el desarrollado de la tecnología del paño de vidrio. La industria de bloques de vidrio se convirtió en una víctima de su propio éxito, una suerte de estrella del pop de los materiales arquitectónicos -y su vino declive y se desvaneció tal y como la apreciación de moda por su joven «mano de obra» .
El ascenso y la caída de los materiales que captaron el interés de un determinado tiempo es un relato muy conocido: los muro cortina con una capa espejada luego de la crisis del petróleo de 1973, el revestimiento de acero corrugado en la economía ruda de comienzos de los 1990, los rainscreens de metal perforado en los «espectaculares» finales de 1990 y comienzos de 2000 … Los façade assemblage tienen una tasa metabólica mucho más alta que los materiales de fachada, y nada de su honorable estabilidad y permanencia.
Los marcos legales y regulatorios son a menudo un factor importante en la dinámica de los façade assemblage. Las economías prósperas de Post Guerra Estadounidense, que patrocinó en gran medida la explosión de la vivienda unifamiliar suburbana, produjeron un desarrollo y despliegue masivo de tecnologías afines, incluyendo la incorporación de sistemas de aire acondicionado en el típico ‘hogar americano’. Con el fin de proporcionar a los controles internos necesarios (por ejemplo, en relación con la humedad y temperatura), la investigación concienzuda de las membranas de impermeabilización, barreras anti-humedad, y sistemas de aislamiento, concluyeron en las normas de aislamiento ASTM desarrolladas por el Comité C16 y hacen del aislamiento térmico y de la humedad, elementos obligatorios en los estándares para los muros de todas las casas suburbanas de este período de décadas de duración. Tales cambios en el entorno económico y regulatorio siempre actúan como poderosos incentivos ambientales en la creación de tipos de fachadas.
Los diferentes modos de adaptación entre una façade assemblage y su medio ambiente pueden tomar múltiples formas. Mientras façade assemblages altamente personalizados diseñados para una aplicación muy específica tienden a tener mucho menos potencial evolutivo que los diseñados para aplicaciones en usos más amplios, la ambición que produce arquitecturas únicas, ha provocado a menudo la creación de nuevas façade assemblage, que a su vez, se han convertido en términos generales utilizados.
Como un perro de raza pura, un conjunto altamente integrado contiene una forma de hyperthelia, una adaptación extrema a un entorno único que limita su potencial evolutivo. Por ejemplo, la fachada POLA del Ginza Building, diseñada por Chuck Hoberman para proporcionar sombreado adaptativo es menos probable que se convierta una especie dominante, precisamente a causa de sus sofisticadas tecnologías altamente especializadas, y por lo tanto, es probable que no origine un proceso evolutivo sustancial. Por el contrario, los sistemas unificados, muros cortina de vidrio doble o fachadas de hormigón en moldaje deslizante han ido desarrollándose a ritmo de infarto en términos de valores de aislamiento y velocidad de la construcción, precisamente debido a la escala y la ubicuidad de sus mercados.
El otro extremo también es real: el desarrollo de conjuntos estructurales acristalados de punto-fijo a finales del 1960 por Pilkington, o el desarrollo de fachadas LED de la década de 2000 surgieron como tecnologías muy sofisticadas destinadas a la producción de efectos visuales radicalmente diferentes, y se convirtieron en corrientes principales ya que estas tecnologías desarrolladas con posibilidades de bajo costo.
Hay situaciones aún más complejas en las que algunos conjuntos altamente integrados que contienen el potencial latente para una amplia difusión cuya propagación fue deliberadamente impedida debido a que su potencial comercial como façade assemblage es mucho menor que los ingresos obtenidos por su singularidad fuera de la industria de la construcción. Por ejemplo, la «propiedad» de los detalles de Apple de las tiendas de Apple demuestra que la empresa entiende el potencial comercial de sus conjuntos de diseño personalizado, y que está tratando de controlar la propagación de la especie a través de medios legales (patentes), a fin de preservar su singularidad.
En cualquier caso, mientras más fuerte es la relación entre un conjunto particular y su entorno, mayor es su potencial de evolución. Esta perspectiva estético-ambiental en cuanto al desarrollo, propagación y extinción de las tecnologías de construcción apoya el desdén de Banham por las «primeras» (o patentes) de Gideon como vehículos realmente transformadores. Para Banham, posiblemente, lo que más importaba era la parte darwiniana de todo esto; el arco y el barrido de unas especies en «plena lucha», frente a la emergencia que se forma desde el caldo primigenio de la creación misma.