Arquitectura y Propiedad Intelectual 3 [Límites a los derechos de explotación ]

        

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Límites a los derechos de explotación 

O de cuándo se puede utilizar la obra ajena sin solicitar autorización del autor.

En nuestra anterior entrega fueron analizados los derechos económicos que acompañan a la producción arquitectónica y cómo la explotación de tales derechos no está en manos de aquel que adquiere el soporte, ya sea la documentación de un proyecto o una obra construida, sino del autor o del titular convenido de los derechos de propiedad intelectual.

Tras la descripción de tales derechos, toca ahora fijarse en sus límites y excepciones pues construyen un espacio de frustración y de oportunidad a partes iguales apto para explorar los contornos de la ley. De hecho, este espacio en el que los derechos de explotación no pueden ejercerse supone en ocasiones una merma del control del arquitecto sobre su trabajo y en otras un espacio para la libertad a la hora de manejar citas y trasponer recursos proyectuales a su obra.

Lo cierto es que las excepciones a los derechos de propiedad intelectual permiten precisamente que estos no sean ilimitados y con ello abren la puerta al uso consciente y responsable de producciones ajenas en aquellos casos en que la lógica de las circunstancias lo aconseje y no vaya en contra de la normal explotación de los derechos del autor o cause un perjuicio injustificado a sus legítimos intereses.

Este entorno tiene especial importancia en el campo de la arquitectura en tanto profesión creativa en la que existe un intenso contacto con otras creaciones en el propio proceso de proyecto, no existiendo en muchos casos una conciencia clara de cuándo y cómo puede utilizarse el trabajo ajeno, desde la literatura profesional hasta la obra construida, todas ellas fuentes legítimas del proceso creativo de la misma forma que un artista maneja la historia del arte, sus logros y referencias de manera visible.

Debe saberse que las excepciones a los derechos de autor están legalmente tasadas y deben ser interpretadas de forma restrictiva en un contexto legal que ya se muestra de antemano especialmente protector con el autor y no muy consciente de los cambios que Internet ha operado en el libre acceso a contenidos protegidos.

La excepción sin duda más discutida es la llamada copia privada, la cual regula el derecho de una persona física a realizar copias de las obras por ella adquiridas para su uso personal – no profesional ni empresarial y sin fines directa ni indirectamente comerciales- siempre y cuando la obra esté previamente divulgada y se haya accedido al ejemplar de forma legal. La arquitectura parece ser ajena a esta excepción cuando hablamos de proyectos y obras construidas, sin embargo es conocido que la actividad de los arquitectos está diversificándose en proporciones geométricas y cada día son más los trabajos realizados en los que sus obras tienen carácter investigador, teórico o documental. Pues bien, una copia privada de tales materiales será legítima, si bien estará sujeta al pago de un canon que antaño se cargaba en el precio de cualquier soporte idóneo para la copia -discos duros, fotocopiadoras, etc.- y hoy se obtiene de los presupuestos generales del Estado para su posterior reparto a las entidades de gestión que lo abonarán, a su vez, a los autores inscritos.

La segunda excepción que merece una cita es la que regula cómo el autor, obedeciendo a la lógica de las circunstancias, deberá permitir la utilización de su obra con ocasión de informaciones de actualidad o con fines de seguridad pública, para el correcto desarrollo de procedimientos administrativos, judiciales o parlamentarios o en beneficio de personas con discapacidad, cuando estos actos de utilización carezcan de finalidad lucrativa.

De particular importancia resulta en un sector en el que la investigación tiene una presencia vital y se alimenta de constantes referencias, el derecho de cita según el cual se declara la licitud de la inclusión en una obra propia de fragmentos de otras ajenas con fines docentes o de investigación para su cita, análisis, comentario o juicio crítico si bien, como es lógico, habrá que indicar la fuente. La investigación como límite a los derechos de autor es contemplada de nuevo por el legislador en actividades de investigación y préstamos de obras por parte de museos, archivos, bibliotecas, hemerotecas, fonotecas o filmotecas con titularidad pública o que pertenezcan a entidades de instituciones docentes integradas en el sistema educativo español.

Por lo demás, la parodia constituye un límite a los derechos de autor presente también en otras áreas del derecho como límite a los derechos de imagen -“caricatura”- o de marca. Así, cualquier obra -y, por tanto, la arquitectónica en sus más diversos formatos- podrá ser objeto de target parody lo que tendrá como finalidad la imitación burlesca de la propia obra y de weapon parody, utilizándose en este caso la obra para burla o crítica fuera de elementos o conductas ajenas. Son numerosos los casos –desde Le Corbusier hasta Bjarke Ingels pasando por Venturi- en los que la parodia de obras ajenas se ha utilizado para lanzar manifiestos propios.

Por último, debe hacerse mención a un límite o excepción expresamente dirigido a la obra arquitectónica y que causa no poco asombro entre nuestros clientes arquitectos cuando deben enfrentarse a ella. Se trata de un límite del derecho que sostiene que las obras situadas permanentemente en parques, calles, plazas u otras vías públicas pueden ser reproducidas, distribuidas y comunicadas libremente por medio de pinturas, dibujos, fotografías y procedimientos audiovisuales. Si bien el tenor literal de la excepción parece dejar escaso espacio para la duda, esta supuesta libertad a la hora de usar la obra arquitectónica sin contar con el autor merece, como casi todo en derecho, de ciertas matizaciones.

Así, en primer lugar, debe entrarse en la discusión de una realidad en la que el punto de partida es que el fotógrafo cuyo objetivo reproduzca la obra arquitectónica generará los correspondientes derechos de propiedad intelectual sobre su obra -diferentes según una matización delicada que establece la ley entre “obra fotográfica” y “mera fotografía”, pero derechos al fin y al cabo-, lo que no ocurrirá con el autor de la obra arquitectónica que, situada en la vía pública, estará libre de derechos. La lógica de esta excepción es la existencia de  espacios públicos que otorgan a la obra de arquitectura una función específica de manera que dicha obra queda integrada en ellos de manera inherente, lo que no impide que sea discutible esta sustancial diferencia entre los distintos derechos generados en unos y otros.

Ahora bien, que la obra se encuentre situada en un lugar público no implica un abandono absoluto de sus derechos de explotación, los cuales operarán pese a la excepción en determinadas circunstancias. Así, no parece legítimo que terceros concurran con el autor en la explotación económica de la obra si lleva aparejada ánimo de lucro en cuyo caso será necesaria la obtención de la correspondiente autorización del arquitecto.

Analizar en qué casos no opera la excepción será una cuestión casuística si bien no es atrevido decir a título de ejemplo que el merchandising de una obra arquitectónica no debe entenderse amparado por la excepción en cuyo caso los derechos de explotación, salvo cesión operada al efecto, estarán en manos del titular de derechos.

En cualquier caso, la aplicación de los límites a los derechos de autor estará regulada por la llamada “regla de los tres pasos”, según la cual los límites no pueden causar un perjuicio injustificado a los intereses legítimos del autor ni ir en detrimento de la explotación normal de las obras. Dicha regla de los tres pasos se relaciona en ocasiones con la doctrina del fair use cuyo origen en el derecho anglosajón ampara aquellos usos que pueden considerarse honrados. Entre ellos, doctrina y jurisprudencia parecen dar cabida últimamente a usos menores -“pastiche”- pues aun cuando los límites al derecho de autor deban interpretarse restrictivamente, excluyen de la esfera de los derechos de exclusiva aquellas actuaciones que resultaran inocuas para el autor de la obra -usos menores como la inclusión de una obra en un collage-.

 

 

ENGLISH

Limitations of exploitation rights.

From which point may the work of others be used without the requirement for authorisation from the author.

In our last instalment we analysed the economic rights which go hand-in-hand with architectural production and how the exploitation of such rights is not down to the party acquiring the material medium, whether project documentation or constructed works, but to the author or agreed owner of the intellectual property rights.

Having described said rights, we now turn our attention to the limitations and exceptions thereof, since they provide both a source of frustration and opportunity in equal measure, allowing us to explore the limitations of law. On the one hand, the areas in which the exploitation rights may not be exercised entail a reduction in the architect’s control over his work. On the other hand, this provides freedom with regards to using references and including the work of others in his own piece.

What is true is that the nuances and exceptions of exploitation property rights mean that they are not unlimited. Thus, they open the door to the conscious and responsible use of others’ productions in cases whereby the logic of the circumstances advises such and does not go against the normal exploitation of authors’ rights or causes unjustified damage to their legitimate interests.

This situation holds special importance in the field of architecture insofar as it being a creative profession in which there is a very close relationship with other creations during the project process. In many cases, there is a lack of clear awareness with regards to how and when others’ work may be used, from written materials to the constructed works, all of which are legitimate sources of the creative process in the same way that an artist uses the history of art as well as its achievements and references in a visible manner.

It should be noted that the exceptions to author rights are lawfully limited and must be interpreted restrictively in a legal context. This has previously shown to be especially protective with regards to the author and lacking in awareness of the impact of the internet in relation to free access to protected content.

The most debated exception is the so-called private copy, which regulates a physical person’s right to make copies of works acquired thereby for their own use, provided that the works have been previously showcased and that the original copy has been accessed in a lawful manner. With regards to projects and constructed works, architecture appears to fall outside of this exception. Nevertheless, it is well known that architects’ activity is diversifying in geometric proportions, with the number of investigative, theoretical or documentary works growing each day. Thus, a private copy of such materials would be legitimate, although subject to the payment of royalties as traditionally charged in the price of any type of medium suitable for copying – hard disks, photocopiers, etc. -. Nowadays, such royalties are obtained from the General State Budgets for their subsequent distribution to the collecting societies who shall pay them, in turn, to the registered authors.

The second exception to warrant a mention is that which regulates how the author, in observing the logic of the circumstances, must allow the use of his work in instances where there is reporting on current affairs, for the purposes of public safety, for the correct execution of administrative, judicial or parliamentary proceedings or for the benefit of the disabled, when said use does not entail profit making.

The right of quotation is of particular importance in a sector where research has a significant presence. Said right declares the inclusion of elements of other works for teaching or research purposes – for quoting, analysis, commentary or critique – to be lawful. However, as is logical, the source must be cited. Research as a limitation of author rights is also considered by the Law-makers with regards to research activities and the loan of works by museums, archives, libraries, newspaper archives, sound archives or film archives owned by the public or belonging to teaching institutions integrated into the Spanish education system.

Moreover, the concept of parody constitutes a limitation to author rights which is also present in other areas of law as a limitation of branding or image rights – «caricature» -. Thus, any piece – and therefore, architecture in its widest sense – may by subject to target parody, aimed at mimicking the original piece in order to make fun of it, and weapon parody, using the piece to mock or criticise third parties works or attitudes. There are numerous cases – from Le Corbusier to Bjarke Ingels, to Venturi – in which the parody of others’ work has been used to deliver personal manifests.

Lastly, a limitation or exception specifically directed at architectural works, and which causes great amazement when faced by our architect clients, certainly deserves a mention. We are talking about a limitation of the right which maintains that all works permanently situated in parks, streets, squares or other public spaces may be reproduced, distributed and freely communicated through paintings, drawings, photographs and audiovisual recordings. Although the literal content of the exception appears to leave little room for doubt, such supposed freedom when it comes to using the architectural piece without the author’s blessing – as with almost everything in law – entails certain nuances.

Firstly, we must enter into the debate beginning with the point that the photographer whose objective is to reproduce the architectural piece shall generate the corresponding intellectual property rights over the image – which shall be different according to a subtle nuance establishing the regulation between «photographic works» and «simple photography» -. However, this is not the case for the author of the architectural piece which, located in a public space, shall be free of rights. The rationale behind this exception is the existence of a number of public spaces which grant the architectural piece a specific function since said work is integrated into such spaces as an intrinsic part thereof, rendering the substantial difference between the rights generated for photographers and architects rather debatable.

Nevertheless, the fact that the work is located in a public place does not imply the abandonment or entire waiving of its exploitation rights, which shall remain in force despite exceptions in certain circumstances. Thus, it does not seem lawful for third parties to share the use of the work with the author if the former is able to make a profit from it. In such case, it shall be necessary to obtain the corresponding authorisation from the architect.

Analysing the cases in which such exception would not come into play would be a casuistry question. However, saying that the merchandising of an architectural piece must not be considered protected by this exception is not a bold suggestion. In such case, the exploitation rights, unless assigned, shall remain in the hands of the rights’ holders.

In any case, the application of the limitations to the authors’ rights shall be regulated by the so-called «three-step rule«, according to which such limits may not cause unjustified damage to the legitimate interests of the author or go against the normal exploitation of the works. Said three-step rule is sometimes related to the fair use doctrine whose origin in Anglo-Saxon law protects any uses which may be considered honest. Among those, doctrine and case law appear to include minor uses – «pastiche» -, as even though the limitations of the author’s right should be interpreted in a restrictive sense, they protect innocuous uses – minor uses such as the inclusion of works in a collage -.