Bristol había pasado a ser una ciudad anegada y fantasma, las peores predicciones se cumplieron y el más desfavorable escenario imaginado se constituyó en penosa realidad. El aumento del nivel del mar fue engullendo inexorablemente las zonas litorales y las ciudades costeras de todo el planeta castigado por terroríficas tormentas. Bristol se había transformado en una Venecia deformada y monstruosa donde se hizo imposible vivir. Aunque de momento lo que acabo de contarte es fruto de mi invención, el arquitecto Chris Bodle y su proyecto artístico Watermarks son el detonante de esta desbordada y dantesca visión. Basado en evidencias científicas, en predicciones de determinados estudios acerca del cambio climático y los cálculos de cuanto crecerá el nivel del mar debido a la modificación del clima, Watermak convierte la ciudad en un gráfico enorme proyectando sobre ciertos edificios gigantescas marcas de los potenciales niveles que alcanzará el agua en un futuro relativamente inmediato. Una invitación a la reflexión sobre la mutación y los cambios que sufrirán las ciudades ante una futurible realidad, la siguiente fase de Watermarks transcurrirá en Londres en 2011.
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